viernes, 2 de julio de 2010

La selva panameña, un destino de naturaleza al norte del istmo

El Parque Nacional Soberanía es una enorme reserva a solo 27 kilómetros de ciudad de Panamá.

Uno se siente en la selva. La humedad pesa. Nos dirigimos hacia el Gamboa Rainforest Resort y los sonidos de la naturaleza resuenan desde el carro.

Un ñeque (roedor del tamaño de un conejo) se atraviesa en la vía. Otros animales se asoman y se esconden entre los árboles. Entramos al Parque Nacional Soberanía, una reserva natural a 27 kilómetros de Ciudad de Panamá.

A los costados del camino se aprecian grandes casas que solían ser las viviendas de los científicos que llegaron décadas atrás a estudiar la flora y fauna de este bosque, catalogado como 'tropical lluvioso o tropical húmedo'. Aunque también hay que recordar que allí funcionaba uno de los centros deportivos y de entretenimiento de los estadounidenses que ocuparon por años esa zona del Canal.

Hoy, estas villas han sido convertidas en apartamentos para los huéspedes del hotel. El resort, de cinco estrellas, está en medio de un lugar diseñado para el ecoturismo y la aventura y tiene una preciosa vista al verdísimo río Chagres. No hay tiempo que perder: primera escala, el teleférico.

Un kilómetro suspendido en el aire y luego 130 metros hacia arriba. Guayacanes, robles, ceibas y otras 1.300 especies vegetales rodean la góndola, mariposas, chillidos de monos aulladores y perezosos impasibles son parte del paisaje. Desde Cerro Pelado, a veinte minutos, la vista panorámica permite ver el lago Gatún y los cargueros que hacen fila para entrar y salir del Canal. A su izquierda, el Corte Culebra, un estrecho tramo que exige a las embarcaciones la ayuda de naves remolcadoras para atravesar sin peligro. Más lejos se ve la villa de los indígenas embera.

Y a la derecha, la apacible población de Gamboa, centro de investigación en tiempos de la ocupación estadounidense. La vista ha cambiado, ahora estamos justo en los escenarios que antes contemplábamos desde la altura. Paseamos por el orquideario, el mariposario y el muelle sobre el río Chagres.

La gastronomía es típica, pescado blanco en leche de coco, cocido en hojas de plátano. Estamos en medio del Canal, el viento es fuerte, las gotas de lluvia caen sobre la cara. Canales estrechos formados entre pequeños islotes aparecen frente a la lancha. Sólo se oye el golpe de las olas contra la embarcación.

Después de varios intentos llegamos a Isla Monos, donde un mico se nos presenta en busca de comida. Finalmente, al mirar al cielo, Gamboa ofrece la mejor despedida: un águila vuela en el cielo, da varias vueltas y, tras un largo chillido, se aleja. HONORIA MONTES / El Tiempo (Bogota)

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