Ubicado al norte de Río de Janeiro, el estado brasileño de Espírito Santo ofrece experiencias de relax y ecoturismo.
Playas de aguas diáfanas y arenas regenerativas, avistamiento de ballenas, cielos estrellados, gastronomía autóctona y dunas para contemplar el atardecer, en un paisaje de Brasil declarado Patrimonio Mundial, invitan a descubrir la región.
Paseos a pie por la frescura de las sierras y en bicicleta a orillas del mar; visitas a una emblemática fábrica de chocolates y fotogénicas puestas de sol desde lo alto las dunas; y arenas con propiedades medicinales y refrescantes cascadas: son solo algunos de los motivos para visitar el estado de Espírito Santo, ubicado entre Río de Janeiro, Minas Gerais y Bahía.
Vitória -capital de Espírito Santo- es fácilmente accesible en avión desde las principales ciudades de Brasil y permite descubrir la diversidad del gigantesco país sudamericano pasando fácilmente del mar a la montaña. En cada parada habrá una mano lista para llevar al viajero hacia el corazón de la cultura local.
El estado es el escenario ideal para recorridos de tres a siete días, que permiten apreciar gran diversidad de atractivos en un solo viaje.
A continuación, una selección de ocho atracciones imperdibles para incluir a Espírito Santo en un itinerario por Brasil.
1. Vitória: islas, playas, tortugas, ballenas y ollas de barro
La capital capixaba —así se llama a los habitantes de Espírito Santo— está formada por un archipiélago de 33 islas y una porción continental, con playas urbanas, colinas verdes y un centro histórico con encanto. La ciudad ofrece muchas opciones de ocio al aire libre, como pedalear por la costa entre las playas de Camburi, do Canto y do Suá, con paradas en el Muelle de Iemanjá y en la Plaza de los Enamorados.
Las playas de Guarderia, Curva da Jurema e Ilha do Boi tienen aguas calmas y transparentes. Los paseos en barco, las visitas al Proyecto Tamar —referencia mundial en conservación de tortugas marinas— y la observación de ballenas jorobadas (entre julio y octubre) acercan al visitante a la biodiversidad local.
En el centro histórico se visitan la Catedral Metropolitana, el Palacio Anchieta y el Teatro Carlos Gomes. Además, Vitória es el lugar ideal para probar la auténtica moqueca capixaba, símbolo de la cocina local, preparada en ollas de barro y servida en restaurantes junto al mar, como en la Isla de Caieiras. Se puede visitar también la asociación de mujeres que fabrican las ollas y conocer de cerca todo el proceso, apoyando su actividad artesanal.
2. Praia da Costa: mar cristalino y energía urbana
En Vila Velha, a solo 11 km de Vitória, Praia da Costa combina mar calmo y transparente, arena clara y excelente infraestructura de quioscos y restaurantes. Es una de las playas más queridas del litoral capixaba. Se pueden hacer paseos en canoas cerca de la vida marina. Para los golosos, aquí se visita la fábrica de chocolates más famosa de Brasil. A pocos minutos se encuentra el Convento da Penha, uno de los puntos turísticos más importantes del estado, que ofrece una de las vistas más impresionantes de la región y alberga siglos de historia.
3. Guarapari: arenas medicinales, playas y buceo
A 55 km de Vitória, Guarapari es uno de los balnearios más famosos de Espírito Santo, conocido por sus arenas monazíticas con propiedades terapéuticas gracias a su composición con tierras raras. Con 52 playas, la ciudad atrae a familias, surfistas y buceadores. Entre las opciones de ecoturismo se destacan el Parque Estatal Paulo César Vinha y el Parque Natural Morro da Pescaria, con lagunas, miradores, senderos y hermosas playas.
Para los amantes de la aventura, Guarapari ofrece inmersiones en aguas cristalinas con abundante vida marina y puntos de naufragio famosos, como los barcos Bellucia y Victory 8B. El centro histórico conserva la antigua iglesia matriz de Nossa Senhora da Conceição.
4. Itaúnas: dunas, playas vírgenes y ritmo de forró
En el extremo norte del estado, Itaúnas es un tesoro escondido. Famosa por el Festival Nacional de Forró de Itaúnas, que se celebra cada mes de junio, la aldea atrae a bailarines de todo Brasil que disfrutan las noches bailando auténtico forró pé de serra.
El gran atractivo de la región es el Parque Estatal de Itaúnas, que forma parte del Patrimonio Mundial de la Unesco y alberga una variada gama de ecosistemas: playa, manglar, restinga, humedales, mata atlántica de tabuleiro, río y dunas de hasta 30 metros de altura. Es el escenario perfecto para asistir a la puesta de sol sobre una naturaleza intacta.
5. Piúma: tranquilidad y paisajes impactantes
Piúma invita a la contemplación, combinando playas de aguas calmas e iglesias que conservan parte de la historia local. Conocida por su tranquilidad durante todo el año, la ciudad se transforma en uno de los destinos más concurridos del estado en el verano brasileño.
Con 8 km de litoral y clima tropical suavizado por los vientos marinos, atrae a quienes buscan sol, mar y descanso. Cuatro islas cercanas —Gambá, Meio, Cabritos y Franceses— completan el paisaje, con bellos escenarios naturales ideales para paseos en barco.
6. Pico da Bandeira: la cima del sudeste brasileño
Ubicado en el Parque Nacional de Caparaó, en la frontera entre Espírito Santo y Minas Gerais, el Pico da Bandeira es el punto más alto del sudeste de Brasil y la tercera montaña más alta del país, con 2.892 metros sobre el nivel del mar.
Es un destino imprescindible para quienes aman el senderismo y el montañismo. La caminata hasta la cima —al amanecer o de madrugada para ver el sol salir— revela paisajes imponentes y cielos estrellados considerados entre los más hermosos de Brasil.
7. Montañas capixabas: clima templado, cultura y buena mesa
Para quienes prefieren el clima de montaña, las ciudades serranas son perfectas. En Domingos Martins los pobladores conservan la herencia italiana y alemana, y la ciudad ofrece un ambiente europeo para pasear. En las cercanías hay senderos y cascadas, además de la emblemática Pedra Azul, cuya coloración cambia durante el día y se considera uno de los lugares más románticos de Brasil.
Santa Teresa, conocida como cuna de la inmigración italiana, combina talleres de arte, murales coloridos, buena gastronomía y fiestas tradicionales como la Fiesta de la Uva y del Vino, que se celebra cada invierno. Venda Nova do Imigrante, capital del agroturismo capixaba, es una parada obligada para degustar cafés especiales premiados y quesos artesanales, además de experimentar la forma cultura rural.
8. Cachoeira de Matilde: aventura, historia y paisajes de película
En Alfredo Chaves, a 95 km de Vitória, la Cachoeira de Matilde —oficialmente Cascada Ingeniero Reeve— forma un conjunto de saltos de agua de hasta 70 metros. Es un paraíso para quienes disfrutan del rappel, senderismo y vuelos en parapente que comienzan en las montañas y pueden finalizar en las playas de Guarapari y Anchieta.
El pintoresco distrito de Matilde conserva la antigua estación ferroviaria de Mathilde y el Túnel Encantado, que se puede recorrer a pie en una caminata agradable y segura.
‘Espírito Santo representa un Brasil que encanta por su diversidad y emociona por su autenticidad. Es un estado que reúne naturaleza intacta, cultura vibrante y una infraestructura cada vez más preparada para recibir visitantes de todo el mundo. Nuestra invitación, como país, es que el turista internacional descubra estos destinos únicos, que muestran un Brasil más allá de las postales, donde cada experiencia es inolvidable y cada encuentro refuerza cuán hospitalarios somos’, explica Marcelo Freixo, presidente de Embratur, la Agencia Brasileña de Promoción Internacional del Turismo.
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