Venezuela es dueña de muchas de las playas más paradisíacas del Caribe, para nadie es un secreto, las tenemos de todos los tipos: serenas, cálidas, con oleaje fuerte, con palmeras, con acantilados, ensenadas, bahías, azules turquesa, verdes esmeralda, con manglares y bosques que se unen al mar.
Pero no basta con ser dueños de espectaculares paisajes si no los cuidamos. Una playa limpia nos beneficia a todos: a los turistas, porque a nadie le gusta visitar una playa llena de basura; a los comerciantes, desde el posadero hasta la vendedora de empanadas, porque si reciben visitas podrán seguir generando ingresos gracias al turismo; y al ecosistema, porque mantenemos sano el ambiente y logramos conservar la biodiversidad.
La invitación constante es a practicar turismo con propósito, porque es posible conocer lugares y contribuir con su conservación. Esa fue mi experiencia recientemente en la celebración del Día Mundial de las Playas, cuando fui a conocer Chirimena, en la costa del estado Miranda. Nos trasladamos hasta Higuerote y desde ahí seguimos hacia el noroeste por una vía fresca y abarrotada de vegetación.
Qué emoción descubrir esta enorme playa desde lo alto de la carretera, el sol estaba que tostaba, pero el azul del mar refrescaba la mirada. Chirimena exhala Caribe por todos sus rincones, la gran extensión de arena se deja abrazar por la montaña, muchos árboles, algunas palmeras y hasta una enorme roca que decidió quedarse congelada entre la arena y el mar, creando un paisaje deslumbrante.
Pero lo bonito del lugar no nos distrajo de la meta: limpiar la encantadora playa. Los integrantes de la Asociación Civil para la Conservación de la Biodiversidad Venezolana, los emprendedores de Criollo Adventure y un centenar de voluntarios de Bimbo de Venezuela, nos desplegamos para recolectar los desechos encontrados en la arena, el plástico PET se clasificó aparte para destinarlo al reciclaje y todos los elementos encontrados se contabilizaron para poder ser totalizados en las estadísticas internacionales de ese día. El objeto más extraño encontrado fue un colchón viejo medio enterrado en la arena.
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