Para llegar a Sinamaica hay que tomar una embarcación, lanchas de motor que los habitantes de este poblado han adquirido para atender la demanda de turistas que en alguna época fue masiva. El aventurero decide si se va al puerto del pueblo o maneja media hora menos-Sinamaica se ubica como a una hora Maracaibo, la capital del estado Zulia- y toma los botes que se han dispuesto en El Trompo, un famoso restaurante que por más de 40 años ha sido punto de referencia para ubicar la comunidad.
Paseo por el río Limón
Al llegar al pequeño puerto improvisado que se ha instalado en el establecimiento cualquiera de los treinta y cinco lancheros que allí se encuentran, podría ser el guía designado para el recorrido. Franklin Olivares es uno de ellos, un hombre de mediana edad a quien se le nota a leguas las facciones de su raza. Vive con su esposa y dos hijos en una de las casitas que están soportadas en el agua sobre pilotes de madera o cemento.
Comienza el paseo explicando que el río sobre el cual viajan las lanchas se llama Limón, el puente que se ve al iniciar la marcha lleva el mismo nombre. Este afluente es de aguas turbias, Olivares excusa su color con las lluvias, pero la verdad, estas aguas siempre han llevado ese tono marrón.
La mayoría de los visitantes vienen a este sitio a tomar fotografías de las aves y otros animales de la zona, pero también para ver el exótico paisaje que compone este pedazo de tierra. El primer punto del viaje siempre es el paso por el túnel del amor, uno de los canales de la laguna rodeado de manglares y altos árboles; allí comienzan a verse la vida sobre el agua. Franklin cuenta que sus hijos estudian en uno de las dos escuelas que hay en la zona. Una de ellas se encuentra en plena construcción para de esta forma ampliar la oferta a los niños de añú – paraujanos.
Cuando se le pregunta por el significado de la palabra que los define, él simplemente dice que se traduce como hombres sobre el agua, y en realidad eso significa el término. Los añú son uno de los cinco pueblos aborígenes que conviven en el Estado Zulia. Como la mayoría de las comunidades indígenas de este país, tiene suficientes necesidades y muy pocas ofertas de solución a las mismas. A pesar de vivir sobre el agua carecen de este líquido, por lo que tienen que comprarlo para llenar los tanques que algunos han habilitado en sus casas. Dice el guía que no todos cuentan con lanchas, a esos les va a salir un poco más caro el servicio. Esa, comenta Franklin, es una de sus necesidades más grandes.
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