domingo, 29 de enero de 2017

Los Roques, orgullo nacional, GREGORIO SALAZAR

Visto desde el aire, el archipiélago de Los Roques mantiene su apariencia paradisiaca, esa que le ha dado fama alrededor del mundo por sus playas de límpidas aguas, capaces de ofrecer todos los matices del azul que el mar del Caribe puede brindar con la ayuda de su sol reverberante.

Unas tres mil almas en apenas 40 kilómetros cuadrados hacen vida en el Gran Roque, la porción de tierra más grande de ese territorio insular, ubicado a más de 170 kilómetros de tierra firme, formado por barreras coralinas, bancos de arenas, cayos y lagunas de especial belleza. Son centenares las especies de peces, moluscos y crustáceos que habitan en su mar. Los Roques para los venezolanos que han tenido la fortuna de conocer esa bendición de la naturaleza, y también para los que no, son un orgullo nacional.

Siendo tan pequeña, esta es quizás una de las zonas de mayor tráfico aéreo del territorio nacional si se toma en cuenta que diariamente pueden llegar a su pequeña pista de aterrizaje hasta más de veinte vuelos de cuatro líneas aéreas en un solo día. El dato se hizo visible este fin de semana de manera inusitada precisamente por haber sido interrumpido el flujo aéreo hacia ese destino turístico por voluntad de los pobladores. Ellos decidieron tomar y cerrar la pista.

A lo insólito del cúmulo de razones que motivaron la protesta se une lo admirable del carácter firme, frontal y unitario con el que la población asumió el reclamo a la autoridad militar de la isla. Las redes se han encargado de difundir las imágenes de este episodio, del que no recordamos precedentes, pero que usted infortunadamente no vio ni verá en la televisión venezolana, dispuesta a no maltratar con ese tipo de impactantes registros audiovisuales de nuestra lacerante realidad la delicada piel del aparato policiaco-militar que sojuzga a Venezuela.

Una joven, de unos treinta años a lo sumo, hizo de vocera de su comunidad, que la respaldaba portando la bandera nacional y consignas escritas con letras rojas sobre pedazos de cajas de cartón. Ella se adelanta al grupo y de frente al jefe militar de la isla, acompañado de varios efectivos verde oliva, manifiesta la exigencia de los pobladores: que renuncie a su cargo de jefe de la dependencia porque no solamente no ha resuelto ninguno de los problemas que los aquejan, sino que destruyó lo que habían hecho sus antecesores. Cualquier semejanza con lo ocurrido a escala nacional durante los últimos 18 años no es, por supuesto, mera coincidencia.

Se agrega otro dato mayor por su valentía: no fue una acción por sorpresa. Los roqueños anunciaron que estaban dispuestos a su protesta en una comunicación dirigida a los responsables, donde daban relación de las calamidades que los aquejan: la planta desalinizadora lleva 4 meses dañada y desde entonces el agua en traída en barco desde el Estado Vargas, pero ésta "es muy sucia y tiene mal olor", como prueba allí estaban colocados sobre la pista botellones de plástico llenos de un líquido turbio. Para colmo está contaminada, puesto que muchos niños están padeciendo de diarrea, para lo cual no se consiguen medicamentos.

Los mendrugos que envían en las bolsas de los CLAP llegan cada dos meses y medio y "con precios exagerados". Los escolares no reciben comida en el plantel desde hace año y medio. Han despedido injustificadamente de los cargos públicos a residentes de la isla para traer gente de afuera, no cuentan con boletos preferenciales para viajar desde la isla, de manera que "por todo esto y mucho más pedimos la renuncia del Jefe de Gobierno Jairo Avendaño".

La respuesta fue llamarlos a una mesa de trabajo, como si todavía quedara más que decir y como si las soluciones estuvieran del lado de los afectados. Es de alguna manera la repetición de lo que hemos visto en el escenario nacional: un gobierno maula, inepto y violador de la ley quiere sentarse en igualdad de condiciones con aquellos a quienes les ha arrebatado sus derechos. Rescatemos de aquellos nuestros conciudadanos tan distantes, su decisión y su dignidad.

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