El presidente de Estados Unidos se ha implicado personalmente en la aprobación de una ley contra los gastos ocultos que aplican hoteleros y aerolíneas a los clientes. En este sentido, ha pedido al Congreso que aprueba la "Junk Fee Protection Act", que es una ley que acaba con estas prácticas que básicamente consisten en que en el último momento, en pleno estrés del viaje, aparece un gasto no anticipado que es prácticamente ineludible.
La ley se dirige a cuatro tipos de gastos que el gobierno considera inadmisibles, aunque sin embargo, no afecta para nada a los alquileres de coches.
Entre los costes que quedan prohibidos está pagar por sentarse con otros miembros de la misma familia en un avión o también los precios de los resorts hoteleros que suelen recargar considerablemente conceptos paralelos, más allá de la habitación, pero que los clientes sobreentienden que deberían estar incluidos.
Biden explicó al Congreso que las compañías turísticas han explotado huecos legales que les permitían cobrar estos conceptos ilegales. Las aerolíneas han contestado que este intervencionismo público va a suponer un incremento generalizado de los precios para todos los viajeros, cosa que actualmente sólo sufrían algunos.
"Estos costes ocultos se llevan cientos de dólares anuales de los bolsillos de las familias americanas que han trabajado duro para conseguirlos", dijo el presidente en su intervención ante la Cámara de Representantes.
"Estos costes ocultos se llevan cientos de dólares anuales de los bolsillos de las familias americanas que han trabajado duro para conseguirlos", dijo el presidente en su intervención ante la Cámara de Representantes
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