El aislamiento al que ha sido sometida Rusia como consecuencia de la invasión de Ucrania se ha traducido, como no podía ser de otra manera, en un derrumbe absoluto de los flujos turísticos hacia España. A pesar de que existe la posibilidad de esquivar el bloqueo vía Turquía, el turista ruso ha desaparecido por completo de las estadísticas del INE (La UE actúa contra el ‘robo’ de aviones por parte de Rusia).
Febrero, mes en el que estalló el conflicto bélico, fue el último en el que estos turistas hicieron acto de presencia en España, con tan solo 12.953 llegadas. Desde entonces, con motivo del veto a la aviación rusa, han dejado de venir a las costas españolas, una ausencia que se ha dejado notar especialmente en sus destinos predilectos (Salou, Marbella, la Costa Blanca y el sur de Tenerife)
¿Qué pierde España con la evaporación del turismo ruso? Aunque en términos cuantitativos su aportación era marginal, con 1,3 millones de turistas en el global de 2019, se trata, con gran diferencia, del mercado que más dinero aporta proporcionalmente (La UE baraja prohibir la entrada a los turistas rusos).
Su estancia es muy elevada y su gasto medio diario asciende (o ascendía) a 175 euros, muy por encima de las grandes potencias, como son Reino Unido, Alemania, Italia y Francia, con 136, 138, 130 y 99 euros, respectivamente.
La “gran campaña de promoción” no tiene el efecto esperado
El plan inicial del Gobierno era que Estados Unidos, en constante crecimiento antes del estallido de la pandemia, pudiese suplir la desaparición de Rusia como emisor de turistas. Así lo reveló la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, que anunció la puesta en marcha de “una gran campaña de promoción” para lograrlo.
Sin embargo, los esfuerzos del Ejecutivo aún no han dado los frutos esperados. Según los datos oficiales, en el periodo comprendido entre enero y agosto han llegado a España 1,7 millones, 29 puntos porcentuales por debajo de los niveles prepandemia (2,2 millones en el miso tramo de 2019). Esta por ver si la campaña prometida por Maroto comienza a notarse en la segunda mitad del año.
Sin embargo, los esfuerzos del Ejecutivo aún no han dado los frutos esperados
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