El Gobierno de Venezuela desempolva un proyecto turístico para volver a soñar con tiempos de bonanzas, a pesar de sufrir un régimen de crisis económica y sanciones extranjeras durante años. Ahora, la joya de su anhelo es una isla: La Tortuga.
El presidente Nicolás Maduro anunció la semana pasada una obra turística de alto nivel en La Tortuga, en el Mar Caribe venezolano. La zona, semivirgen, de 156 kilómetros cuadrados, es una de cinco zonas económicas especiales recientemente decretadas tras la promulgación de una ley orgánica.
Está compuesta por una isla mayor y varios islotes y cayos. No tiene población permanente, más allá de unas escasas rancherías turísticas y la administra el Gobierno nacional. Es decir, que no cuenta con algún tipo de gobernante o alcalde electo por ser legalmente una dependencia federal.
El plan de Maduro es ambicioso, por decir lo menos: el Estado quiere construir allí 10 hoteles tipo “resort, de muy alto nivel”; un aeropuerto internacional; un puerto donde puedan atracar cruceros de alta gama; un centro de investigación tecnológica, por petición de Maduro; y un sistema de energía solar y eólica.
“Es la única isla que competirá con el turismo de Aruba, Curacao, Bonaire (…). Se va a convertir en el primer destino turístico no solamente del Caribe, sino del mundo”, expresó el viceministro de economía productiva, Héctor Silva.
La construcción, promete el chavismo, será con materiales biodegradables y en los márgenes de La Tortuga, en respeto a su fauna y flora, según el funcionario.
Para el dirigente opositor Luis Silva, la iniciativa es una forma de “ensayo” del Gobierno venezolano con base en un modelo aplicado en China, que buscaría “controlar totalmente a la población a nivel político, pero con cierto nivel de liberalización de la economía”.
Recuerda que el chavismo prometió hasta en tres oportunidades en los últimos 15 años un proyecto similar en La Tortuga, que “jamás ejecutaron”.
Es cierto. No es la primera vez que el oficialismo venezolano coquetea con un proyecto de esa naturaleza en la paradisíaca y poco frecuentada La Tortuga, que incluso estuvo cerrada al público por algún tiempo para labores de limpieza.
Anhelo de vieja data
En 2005, el expresidente Hugo Chávez prometió abrirla a la gente, una iniciativa que caló poco por la escasez de opciones de transporte marítimo o aéreo, además de lo costoso de los paquetes turísticos que se ofrecían entonces.
La lejanía ha sido otro obstáculo: la travesía desde Higuerote, en el noreste de Miranda, toma cerca de tres horas y media. Turistas y navegadores dan cuenta del fuerte oleaje que hay hasta la isla, por viajar a contracorriente en alta mar.
La administración de Maduro anunció en 2014 y 2015 un proyecto similar al que hoy se propone como parte de la zona económica especial. Aquellas obras incluirían posadas, muelles, restaurantes, enfermerías, planta de energía, un centro de procesamiento de residuos e instalaciones para diversos servicios.
El oficialismo llama a inversionistas de América, Asia, Europa y África para invertir en el proyecto incipiente de La Tortuga. Silva, por su parte, duda que haya “incautos” dispuestos a arriesgar capital en una idea que no es nueva.
A juicio del dirigente opositor, el plan se proyecta en “un país que no respeta el Estado de Derecho y con un impresionante historial de abusos y desconocimiento de la propiedad privada”.
Duda que tenga “la menor oportunidad” de éxito en la isla un Gobierno al que señala como responsable de quebrar la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y empresas industriales, de expropiar cinco millones de hectáreas de fincas productivas y de dejar inconclusos proyectos de infraestructura, como ferrovías, puentes y represas. “No es lógico esperar que un hipopótamo vuele”, ironiza.
Impacto ecológico
El eventual impacto en la ecología de La Tortuga también es una preocupación. Mientras más grande sea el proyecto en una isla de solo 156 kilómetros cuadrados, mayor es el riesgo de afectación de su ecosistema, opina el consultor ambiental y docente universitario en Venezuela, Joaquín Benítez Maal.
“Mientras más grande sea, más volumen de turistas implique, más trabajadores para atender turistas implique, más vuelos haya, más complicado sea el aeropuerto internacional, más daño se va a hacer. Eso afecta la factibilidad desde el punto de vista ambiental”, dice el especialista a la VOA.
Teme que se realicen afectaciones de la línea costera y movimientos importantes de tierra que afectan la fauna asociada a la isla, como las tortugas que hacen sus nidos en esas playas, si no existe la suficiente “institucionalidad ambiental”.
Explica que locaciones paradisíacas como La Tortuga no necesitan de hoteles ni de infraestructura de lujo, que demanden demasiada agua y electricidad.
“El concepto de lujo tiene una variación. No se ven en lugares como Bora Bora y sitios idílicos en el Pacífico e Índico hoteles de alto desarrollo, ni grandes infraestructuras, ni aeropuertos internacionales”, subraya.
¿La nueva perla del Caribe?
El chavismo aspira a que La Tortuga sea “el gran centro turístico del Caribe” con el impulso de inversionistas del extranjero, según Maduro.
“¡Ay, Europa! No te quedes por fuera por posiciones ideológicas. No te sigas dejando arrastrar por posiciones ideológicas. El proyecto virgen, ecológico más importante del mundo entero está aquí en el Caribe venezolano”, manifestó.
Enderson Sequera, politólogo venezolano que investiga los quehaceres del Gobierno de Maduro y del chavismo como ideología, anticipa que el proyecto de La Tortuga sí se concretará, pero no en la magnitud que prevé el Gobierno.
“Será el nuevo símbolo del capitalismo de compinches que ha generado Nicolas Maduro en Venezuela. Un espacio destinado a una reducida élite del país, abierto para los aliados internacionales” del Gobierno y “cerrado para la gran mayoría del pueblo venezolano”, afirma el politólogo a la Voz de América.
Como lo han advertido otros de sus colegas, Sequera prevé que el modelo de La Tortuga “seguirá profundizando la economía extractivista en Venezuela” y se convertirá en “una gran zona gris donde aflorarán las inversiones en juegos de azar, casinos, contratos con el Estado y lavado de dinero”.
Isla La Tortuga. / Foto: Wikimedia. – Archivo.
Con información de VOA. - Sumarium.com
Como lo han advertido otros de sus colegas, Sequera prevé que el modelo de La Tortuga “seguirá profundizando la economía extractivista en Venezuela” y se convertirá en “una gran zona gris
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