Sí al ruso

Nunca antes había habido en Occidente un movimiento social tan importante en contra de las estigmatizaciones colectivas. Hoy simplemente no se puede hablar de ningún colectivo –tal vez exceptuados los blancos, varones, heterosexuales, de países ricos y no emigrantes– so pena de recibir fuertes críticas por incluir a todos sus integrantes bajo el mismo paraguas. De verdad, creo que esto es un avance: las conductas son estrictamente individuales, aunque a veces haya sociedades que tienen costumbres extendidas frecuentes entre sus miembros. Cada uno es responsable de sus actos y nadie más.

En ese contexto, sin embargo, Europa debate a voz en grito prohibir a los rusos la entrada en nuestro continente. ¿Se puede pedir más insensatez? (La UE baraja prohibir la entrada a los turistas rusos)

En primer lugar, porque no se puede considerar que todos los rusos piensan lo mismo que su gobierno. No, no es aceptable esta generalización.

En segundo lugar, porque hay incontables relaciones personales de rusos con ciudadanos europeos, a quienes hay que respetar el derecho a las visitas y a los contactos personales. Sólo faltaba que llegáramos a este nivel.

En tercer lugar, por vergüenza: no es sino bochornoso que unas semanas después de ir a las ferias turísticas a buscar rusos ahora los criminalicemos. Al menos, tengamos un poco de vergüenza. No digo seguir organizando viajes, pero no bloqueemos totalmente sus desplazamientos.

En cuarto lugar, porque si realmente queremos ser valientes contra Putin, lo suyo es dejar de comprarle el gas. No sirve como argumento que lo necesitamos. ¿Es decir que sólo lo vamos a marginar en lo que no necesitamos? ¿Sólo cerrando totalmente las puertas a sus turistas?

Y quinto: no estamos hablando propiamente de turismo, en el sentido de un negocio importante, sino que lo que queda, sin aerolíneas que conecten Rusia con el resto de Europa, son algunos pocos viajeros que se desplazan por las más variadas razones, normalmente diferentes del ocio. 

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