Sin conocer las razones, Rosa y José Rivero fueron devueltos a Venezuela pese a que tenían toda la documentación que avalaba que viajaban a Cancún a pasar una semana de vacaciones. La historia de los Rivero es la de muchos venezolanos a quienes en los últimos años se les ha impedido ingresar al país azteca
Rosa y José Rivero son un matrimonio caraqueño que decidió invertir en la membresía de un hotel en Cancún, México, hace ocho años y pagar por cuotas, las cuales terminaron de cancelar hace poco. A raíz de eso tenían la posibilidad de disfrutar una semana gratis en ese hotel y después de ahorrar durante algunos años para poder comprar los pasajes, este viernes 23 de julio abordaron un avión, junto a su hijo de 12 años, rumbo a la Riviera Maya.
Salieron en un vuelo de Conviasa a las 9:00 am. Tres horas y 10 minutos después estaban en el Aeropuerto Internacional de Cancún. Sin embargo, la emoción por el viaje les duró poco.
Al llegar a migración y entregar sus pasaportes, la funcionaria les hizo varias preguntas: si tenían visa americana, si ya habían viajado antes, y luego les indicó que debían esperar para otra entrevista. Les quitaron teléfonos, pasaportes y boletos aéreos y los hicieron pasar a una oficina. “No nos importa si tienen reservas o boletos de regreso. Nosotros estamos trabajando así”, les dijo el funcionario que los recibió previa advertencia de que se mantuvieran en calma, aunque ellos no habían siquiera hablado, según relatan Rosa y José, quienes no ocultaron su indignación.
Ignoraron sus argumentos
José le explicó a El Pitazo que ellos entregaron toda la documentación al funcionario mexicano en la que se comprobaba el pago hecho al hotel y la semana gratis de la que eran beneficiarios. Sin embargo, el funcionario no les hacía caso. Tampoco llamó al hotel para corroborar la historia de los Rivero.
Ellos insistían en que tenían todo en orden, que tenían dinero en efectivo y el funcionario solo repetía que ellos (México) eran autónomos para decidir quién ingresaba o no. “Me llamó la atención que el hombre nos dijo que nosotros viajábamos cada cinco o seis años y que eso no era normal. Cada quien planifica sus viajes cómo puede en función de su tiempo y posibilidades económicas”, señaló Rosa.
Luego de 45 minutos, la familia Rivero ya estaba abordando el mismo avión en el que habían llegado a Cancún, pero esta vez con destino a Caracas. Al llegar a Maiquetía, los trasladaron a una oficina del Saime en donde una funcionaria venezolana les entregó sus documentos y les comentó que estaban levantando un acta por los múltiples casos de venezolanos inadmitidos en México.
Rosa y José no descartan ir al Consulado mexicano para reclamar la decisión de los funcionarios de migración mexicana. “Nos sentimos estafados, defraudados. No es nada grato que te vean con odio y que te impidan ingresar a un país al que ya habías ido y que te había gustado tanto como para volver en unas vacaciones”, relató Rosa, que también comentó que lograron comunicarse con el hotel y que les indicaron que les mantendrían su beneficio de la semana gratuita.
Otras denuncias similares
El caso de Rosa y José no es nuevo. De hecho, en el aeropuerto había otros 15 venezolanos, al menos, en la misma situación que los Rivero. El 30 de mayo de este año se conoció que más de 20 venezolanos fueron inadmitidos en México y debieron regresar en un vuelo de Rutaca.
Aunque la medida pudiera tener su base en el hecho de que algunos venezolanos utilizan la ruta mexicana para migrar a Estados Unidos, la decisión de negar el ingreso a venezolanos data de 2018 cuando ya se registraban estos incidentes. El Pitazo trató de comunicarse con el Consulado de México en Caracas para conocer su posición pero no obtuvo respuesta.
Al llegar a migración y entregar sus pasaportes, la funcionaria les hizo varias preguntas: si tenían visa americana, si ya habían viajado antes, y luego les indicó que debían esperar para otra entrevista. Les quitaron teléfonos, pasaportes y boletos aéreos y los hicieron pasar a una oficina. “No nos importa si tienen reservas o boletos de regreso. Nosotros estamos trabajando así”, les dijo el funcionario que los recibió previa advertencia de que se mantuvieran en calma, aunque ellos no habían siquiera hablado, según relatan Rosa y José, quienes no ocultaron su indignación.
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