El sábado 10 de abril, fuentes de la Comisión Europea dejaron caer que Italia había aceptado la mayor parte de las condiciones que le imponía Bruselas para que se pudiera dar vía libre a Ita, la aerolínea que reemplazaría a la antigua Alitalia. El lunes, todo se desmoronó cuando Italia dijo que no estaba de acuerdo y que las sugerencias del fin de semana no eran correctas.
Toda la semana, Italia fue un hervidero de protestas y manifestaciones contra la Unión Europea, por limitar las posibilidades de que Alitalia pueda volver a volar como antes y, sobre todo, de que pueda recibir ayudas económicas en la proporción en la que están siendo ayudadas Lufthansa y Air France.
El viernes, una enorme manifestación recorrió las calles en Campidoglio, Roma. Representaba un funeral para celebrar la “muerte” de Alitalia. Lo interesante no fue la manifestación, sino las intervenciones políticas.
Habló Virginia Raggi, la alcaldesa de Roma, y Nicola Zingaretti, el presidente del Lazio.
La alcaldesa les dijo a los trabajadores que “Roma es un centro vital para pasajeros y mercancías y Leonardo da Vinci –Fiumicino– es el principal aeropuerto del centro de Italia, que por cuarto año consecutivo ha obtenido el reconocimiento como el mejor aeropuerto europeo. Es por eso que no podemos y queremos ser indiferentes al destino de Alitalia y sus trabajadores. Si hay hipótesis de reducción sobre la mesa, es quizás porque una Alitalia fuerte no es bien vista por la competencia. Por eso confiamos en el Gobierno en esta negociación”. Reparen: “una Alitalia fuerte no es bien vista por la competencia”. Genial.
La alcaldesa dijo a los trabajadores: “No los dejaremos solos. Italia no puede perder su aerolínea nacional. Alitalia no debe venderse, debe ser sólida. Un país como Italia no puede permitirse perder su aerolínea nacional. Su existencia garantiza la competitividad de todo el sistema económico. Perderlo significaría quedar a merced de otros intereses y privarse de rutas imprescindibles para bienes y personas. Por eso, no queremos una empresa que nace pequeña y que sigue siendo pequeña. No queremos una mini empresa. Esto no es bueno para Roma, el país y los trabajadores”.
Ni una palabra para los quince años que Alitalia lleva perdiendo dinero y viviendo a costa del erario público”.
Pocas veces discursos públicos pudieron ser más engañosos. Este es el clima de hoy en Italia, y si prefieren, en oposición a Francia.
La alcaldesa dijo a los trabajadores: “No los dejaremos solos. Italia no puede perder su aerolínea nacional. Alitalia no debe venderse, debe ser sólida. Un país como Italia no puede permitirse perder su aerolínea nacional. Su existencia garantiza la competitividad de todo el sistema económico. Perderlo significaría quedar a merced de otros intereses y privarse de rutas imprescindibles para bienes y personas.
ResponderEliminar