sábado, 14 de septiembre de 2019

La sopaipilla no destrona al pastelito. Los venezolanos la reinventan


"Es un vulgar pastelito sin relleno". La expresión pertenece a un venezolano y podrías ser tú, él o cualquiera que resida en Chile, porque no se aleja de la realidad

La popular sopaipilla chilena que no es otra cosa que una masa de harina de trigo con ahuyama y manteca, cuya forma es generalmente circular, le genera una especie de reacción adversa al criollo que la prueba por primera vez.

Su bajo costo, de hasta 100 pesos por unidad en comparación con los hasta 1000 pesos en los que se consigue un pastelito, la incorpora a la dieta de los venezolanos.

Pero, cuál es la etimología de la sopaipilla? La página directoalpaladar.com revela que la receta de este pan frito llega a América en 1726 junto con los colonizadores españoles,  quienes las llamaban "sopaipa", palabra de origen árabe–española que significa pan mojado en aceite y que los araucanos la bautizaron como sopaipillas en honor a un ave.

En Santiago se consiguen principalmente en invierno, en puestos domésticos y carritos

ambulantes que la sirven caliente y con salsa de tomate, mayonesa, mostaza (todas con textura gelatinosa y sin tanto sabor), salsa de ajo, pebre (un preparado con tomate, cebolla, ajís dulce y picante, perejil y cilantro) y picante, entre otros aderezos.

El pastelito no deja de ser un placer culposo, pero conseguirlo con la calidad real venezolana y a bajo costo no es tan fácil.

Madelin Morales, zuliana, las asimiló sin problema y las prepara en su hogar.

«La primera vez que la comí me la hizo mi esposo con pebre y me encantó. Me recordó al pastelito», recuerda Morales. 

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