martes, 7 de noviembre de 2017

El Páramo merideño: Un pulmón vegetal, ÁLVARO MONTENEGRO FORTIQUE

El páramo merideño es uno de los lugares que yo encuentro más románticos de Venezuela. Debe ser el frío que hay en esas montañas, o el paisaje abrumador que nos hace brotar las emociones, o también pueden ser los frailejones en flor y la neblina bajando de las laderas que nos convierten en una persona más tierna, más sensible. En el páramo provoca abrazar a nuestra pareja para contarle todos esos sentimientos bellos que nos unen, y casi nunca tenemos la oportunidad de expresarlos.

Mi último viaje al páramo fue toda una experiencia llena de recuerdos hermosos e imborrables, que me convencieron de que hay que visitarlo por lo menos una vez por año. Esta vez ni siquiera llegamos a la ciudad de Mérida, pero nos faltaron muchas cosas por hacer así que tenemos que volver pronto.

El camino por tierra es precioso, porque uno recorre a partir de Barinitas el piedemonte andino, y comienza a subir por la escarpada carretera, que ofrece uno de los paisajes más bellos de Venezuela. Maneje despacio y siempre de día por estas curvas, para que pueda pararse en cada mirador y tomar unas fotos únicas. La Sierra de Santo Domingo, el río, su valle profundo, los chorros de agua a un costado de la carretera, las enormes cascadas a lo lejos, el embalse, las construcciones con techos de tejas, paredes de piedras y mucha madera, le dan un toque único a esta región. El hotel Los Frailes y el Moruco, ambos en la margen derecha del camino, nos recordaron con su arquitectura que estamos en un lugar privilegiado del turismo nacional.

Páramos en la laguna de Mucubají con un frío intenso y delicioso, para contemplar la serenidad de sus aguas y recordar la leyenda que advierte que quien grite en sus orillas, será llevado al fondo de las aguas por unos duendes. La neblina nos condujo al refugio donde comimos unos pastelitos andinos de trucha deliciosos, acompañados por un chocolate caliente.

Seguimos por la carretera hacia el pueblo de Apartaderos, y nos paramos en el monumento a la loca Luz Caraballo, donde una preciosa niñita con cachetes rosaditos nos contó la historia de la loca, con un tono tan cantadito que casi no entendimos nada. Seguimos por la carretera bajando y nos encontramos con la Casa del Páramo, donde venden muestras preciosas de artesanía merideña. Pasamos por la hermosa iglesia de piedra construida por Juan Félix Sánchez en San Rafael de Mucuchíes, y seguimos hasta nuestra posada Casa Kuruba, antes de llegar al pueblo de Escaguey.

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