lunes, 19 de septiembre de 2016

Decadencia de isla de Margarita refleja crisis venezolana

Atraído por la bonanza turística, Luis Muñoz dejó su empleo como ingeniero civil y se mudó a esta isla de finas arenas blancas y tibias aguas azules del caribe. Hoy, seis años después, sus sueños de prosperidad se han esfumado en medio de la crisis económica que golpea a Venezuela.

"Lo importante es sobrevivir y eso es lo que hacemos", dijo Muñoz, de 42 años y gerente de un hotel que -al igual que otros- padece por la falta de artículos esenciales como papel de baño y toallas, y donde hasta el recibir agua por las tuberías cada dos semanas se ha convertido en un lujo.

La isla de Margarita, en el caribe venezolano, fue hasta hace unos años uno de los principales destinos turísticos del Caribe y el sitio predilecto de turistas europeos y canadienses. Ahora, sin embargo, sufre las recurrentes fallas en el servicio de agua, frecuentes cortes eléctricos y una severa escasez de bienes básicos, con lo cual algunos hoteles ni siquiera pueden ofrecer alimentos a sus cada vez más escasos huéspedes.

Con una población de unos 600.000 habitantes, la isla tiene estos días un respiro con la XVII Cumbre del Movimiento de los Países No Alineados. Muchos margariteños aseguran que gracias al evento aumentó el suministro de agua en los sectores donde se encuentran algunos hoteles, se taparon los huecos de las calles y se repararon los semáforos de las principales vías, aunque eso no oculta los problemas que enfrenta el país.

Frente a una pequeña piscina de aguas turbias, que ha logrado mantenerse gracias a que se alimenta de un pozo subterráneo, Muñoz recordó cómo su hotel de estilo colonial de 46 habitaciones vivió largas temporadas repleto de turistas y centenares de niños que eran enviados en planes vacacionales financiados por diversos ministerios e instituciones estatales.

Enclavado en medio de una de las pocas zonas montañosas de la isla, el hotel "Balcones de Tacarigua" trata de subsistir con seis huéspedes que deben traer su papel higiénico, jabón y toallas debido a la escasez de productos. Además, hace casi un año suspendió las comidas.

"¿Cómo se puede ofrecer un desayuno si no sabemos si tú mismo vas a desayunar?", dijo Muñoz, quien al igual que la mayoría de habitantes de la isla contó que pasa largas horas bajo un inclemente sol y en kilométricas filas para tratar de conseguir alimentos.

La cámara de turismo local estima que la ocupación hotelera cayó a 35% en lo que va del año y los vuelos se redujeron en 50%, lo cual ha afectado a una isla que esencialmente vive de la actividad turística.

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