La Izquierda Pija es el título de un escrito reciente del español Javier Cercas, nombre que en buen castizo se traduce como la izquierda opulenta. A decir de este historiador y novelista, esta cofradía se caracteriza porque "coge el poder con la izquierda, pero se maneja con la derecha". Descripción que a ninguno encaja tan bien como al régimen venezolano, magistral en eso de embaucar al país con un catecismo revolucionario para luego, olvidada la prédica, hacerse descaradamente con el santo y la limosna. Muy superior a otros aventajados practicantes de la crematística revolucionaria como el Brasil de Lula y la Argentina de los Kirchner.
Solo el régimen venezolano ha podido arreglárselas para fusionar su gigantesco latrocinio con la ruina general del país. En estos casi 18 años, según estimaciones de técnicos del FMI, se calcula en más de 300 mil millones de dólares la "desviación" de fondos del erario público hacia cuentas no oficiales -una suma equivalente al PIB de la República de Colombia en 2014- amasada mediante sobreprecios, comisiones, importaciones fantasmas, proyectos estafados y la manipulación de esa inagotable cornucopia llamada control de cambios. Como contraste con este fabuloso botín, la producción estatal y privada venezolana ofrece el mayor grado de atraso y la menor competitividad de todo el continente, la pobreza -esa que el prócer del Socialismo del SXXI juró erradicar- alcanza al 76% de la población según la más reciente encuesta de las condiciones de vida que realiza la UCAB, el PIB registra una contracción acumulada de 13% en estos últimos dos años, la inflación es de 720% este año y alcanzará 2.200% en 2017, mientras el desabastecimiento de alimentos y medicinas desquicia cotidianamente a la familia venezolana.
La Izquierda Pija en Venezuela no puede continuar un día más, ya el daño es trágico.
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