El título no se refiere a la gaita homónima (1996) de Ricardo Cepeda y los Cardenales del Éxito, aunque ciertamente nuestra ciudad mantiene su esencia. Hoy parece que soporta las secuelas de un devastador tsunami que la dejó llena de escombros, una vialidad en ruinas, sin alumbrado público, ni agua potable en las viviendas, ríos de aguas negras en las barriadas, las enfermedades virales que no dan tregua, la inseguridad que no nos da paz y el desabastecimiento de alimentos y medicinas. Vuelta un desastre y sin esperanzas a corto plazo.
Maracaibo se ha venido a menos y aunque la Alcaldía hace esfuerzos para normalizar la situación, las acciones son poco efectivas, salvo en algunas áreas, y no existe el compromiso tanto del Gobierno nacional, como el regional y el municipal de aunar esfuerzos en la búsqueda de soluciones conjuntas que haga más llevadero el víacrucis de los maracaiberos. Mientras la Alcaldesa exige más recursos, el Gobernador contesta: "Yo quiero ayudar, pero no puedo tirar a un saco roto los recursos que son para la salud, para la vialidad, para la educación. Yo quiero que Maracaibo esté bonita".
Vanas excusas para negarse a colaborar porque el objetivo es jugar al fracaso de la gestión Municipal, como si aquí no existieran organismos de control que, por cierto, son expeditos cuando se trata del sector opositor. Una movida politiquera que deja desprotegido, en todos los ámbitos, al ciudadano, tal es el caso, por su impacto ambiental, el problema de los desechos sólidos que la mayoría de las veces, no pueden depositarse en el relleno sanitario "La Ciénaga", responsabilidad de la Gobernación, por las condiciones de las vías de acceso; aunado a la poca existencia de equipos para recogerlos, aunque en el Puerto de Maracaibo hay camiones depositados, desde hace algún tiempo, que no han sido nacionalizados. En el oficialista municipio San Francisco, la situación es parecida.
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