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| Con una arquitectura original, la posada Waipá es una de las más nuevas de la zona. Foto Wilmer González |
Muchos de los posaderos no nacieron con esa vocación ni vienen de la rama del turismo. Por el contrario, se han visto obligados a migrar del negocio de la construcción, la metalúrgica o lo industrial a la hostería para vivir de manera más tranquila y en un ámbito que cada vez crece con más empeño en la región.
Uno de esos casos de migración de un rubro a otro es el de Luis Sequea. Antes estaba dedicado a la construcción, con su empresa familiar participó en obras en la Unexpo, el segundo puente sobre el Orinoco y muchas otras, pero se cansó de tantos esfuerzos y licitaciones y junto a su esposa decidió apostar al turismo.
El resultado es la Hostería Waipá, ubicada en Unare, entre las calles Uchire y Ventuari, cerquita del Paseo Caroní. Waipá significa en pemón "bienvenido" y eso es lo que dice la infraestructura fresca del lugar de 2 mil metros cuadrados con 41 habitaciones.
Se trata de una mezcla entre hotel y posada. Tiene una imponente infraestructura, y Sequea lo invirtió todo allí en apuesta a un arriesgado sueño, que cada vez más se consolida.
"Nos ha ido bien. Comenzamos esto hace cinco años, lo pusimos todo aquí, pedimos créditos pero se nos complicó lo de los materiales. Paramos un tiempo hasta que el año pasado decidimos abrir como estuviéramos, y así lo hicimos y poco a poco pudimos acondicionar más habitaciones, comenzamos con 18 y ya tenemos 41 operativas", comenta.
Sobre si es o no rentable en medio de las dificultades del país, Sequea indica que sí y que el secreto es trabajar con cariño y como si se tratase de una familia. En el lugar tiene 35 empleados y siempre hay personas para atender en la hostería.
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