Ahora que todo el montaje socialista está derrumbándose, vemos que el turismo era una pieza muy apreciada. Se quejaban los empresarios del sector de que el gobierno no contaba con ellos, que ignoraba la primera fuente de riqueza del país, que no tenía interés, y todos se equivocaban. Groseramente, incluso. Porque no era necesario un ministerio para tener tanto peso, al menos donde cuenta.
Por supuesto que al gobierno le interesaba el turismo: tiene contactos con incontables empresas del sector, para beneficiarse, para venderle favores, para conseguir colocar gente, para sobornos. Va desde el oscuro asunto de Air Europa, que nos podemos imaginar perfectamente, al escándalo del uso de Paradores para beneficio personal. El asunto de los vínculos con la Organización Mundial del Turismo está aún por aclarar. Pero también tenemos el uso de aviones por parte de Correos. Y naturalmente, la conexión venezolana.
No es que al gobierno el turismo le sea indiferente, como acusan los empresarios, es que le interesa, pero a su modo, que es al modo corrupto.
El espectáculo de la sucesión de detenciones también alcanza otros sectores, pero es que el turismo apenas es el once o doce por ciento de la economía y, en ese sentido, está sobrerrepresentado en los favores de la cúpula socialista.
Ya nos valdría que se hubieran olvidado completamente del turismo.
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