jueves, 19 de octubre de 2017

El avistamiento de delfines en Venezuela, Alberto Blanco Dávila

Como he comentado en entregas pasadas actualmente el ecoturismo es una de las ramas del turismo que cuenta con el mayor número de participantes en el mundo, y cada año este número aumenta considerablemente. Los viajeros de hoy en día prefieren destinos naturales bien planificados, casi inalterados por el hombre, para apreciar y aprender de su ecología y cultura local. Cada vez es mayor el número de turistas con conciencia y sensibilidad ambiental que exigen un servicio y una guiatura especializada en lo ecológico de alta calidad.

Por otro lado, factores como la creciente contaminación atmosférica, la contaminación de los suelo, de las cuencas hidrográficas y de los océanos, la desaparición de especies de flora y fauna; la destrucción y fragmentación de los bosques, entre otros, que en conjunto y a largo plazo representan un peligro para la supervivencia del ser humano, pero que en lo pronto se convierte en una pérdida de la calidad de vida, han sido concluyentes para que en los últimos 30 años nacieran los movimientos ecologistas; y, por supuesto, el turismo no podía mantenerse al margen de esta situación y comenzó a adaptarse y a diseñar programas a favor de la conservación de nuestra biodiversidad. Por lo tanto, la aplicación correcta de un ecoturismo responsable y bien planificado es, sin duda, una de las herramientas más efectivas para la conservación de nuestras zonas naturales y biodiversidad.

Ahora bien, dentro del ecoturismo existen muchísimas tendencias, siendo la observación de aves la actividad ecoturística con mayor número de participantes en el mundo. Después de la observación de aves, el avistamiento de cetáceos (ballenas y delfines) es la actividad ecoturística que cuenta con más participantes y que genera más ingresos en todo el mundo.

Por ejemplo, Costa Rica que es cuatro veces más pequeña que el estado Amazonas y cinco veces menor que el estado Bolívar, está posicionada como el destino ecoturístico número uno del mundo, recibiendo más de 3.000.000 turistas en el año 2016, que viajan buscando la naturaleza más prístina posible. Su marca país anuncia con orgullo que el turista no encontrará ingredientes artificiales en su territorio. Venezuela bien pudiera superar esas cifras de visitantes, pero claro con una política seria en turismo, ofreciendo seguridad personal a nuestros turistas, buena infraestructura y por sobre todas las cosas una verdadera “cultura turística y de servicio”.

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