miércoles, 3 de mayo de 2017
Los musiú pagan bien pero quieren bueno, SERGIO ARANCIBIA
Venezuela postula cada vez que puede que tiene condiciones como para convertirse en una potencia en turismo internacional. Sin embargo, las potencialidades de un país pueden tardar décadas en materializarse, a menos que la mano del hombre ayude en dicho proceso.
Según las últimas cifras que se poseen - publicadas por el Banco Mundial - Venezuela recibió en el año 2014 un total de 857 mil turistas. En el mismo año, Colombia recibió 2.6 millones, Chile 3.7 millones, Perú 3.2 millones, México 29.3 millones, Argentina 5.9 millones, Ecuador 1.6 millones y Brasil 6.4 millones.
En el Caribe países tales como República Dominicana recibió 5.1 millones, Cuba 2.9 millones y Jamaica 2.1 millones. En Centroamérica, El Salvador recibió 1.3 millones de turistas, al igual que Nicaragua, mientras que Guatemala recibió 1.4 millones y Panamá 1,7 millones.
¿Por qué esta situación, en circunstancias que nadie sino nosotros tenemos el Salto del Ángel y una isla tan maravillosa como Margarita?
La respuesta es simple: el turismo no depende tanto de lo que la naturaleza ha aportado a cada país, como de lo que el hombre ha sido capaz de crear para gozar aquello que la naturaleza ofrece.
Veamos algunos ejemplos fáciles de entender: Margarita es bella, pero todo bien o servicio en el comercio internacional se vende solo en la medida en que salga airoso en la competencia que necesariamente se establece con sus iguales. Es decir, Margarita tiene que competir con Colombia y su isla de San Andrés, o con Aruba y Curazao, o con Cuba y sus playas de Varadero, o con República Dominicana y Punta Cana, o con México y Cancún. ¿Es posible ofrecer al turista internacional algo mejor, o más barato, o por lo menos igual?
Pero no se trata de competir en relación a cuál playa es mejor, sino que es todo el contexto el que entra en la competencia. Allí hay que considerar la seguridad, es decir, la posibilidad de ser asaltado o robado; el control sanitario de alimentos y bebidas, de modo que nadie pueda salir intoxicado por comer lo que le ofrecen como gran oferta turística.
Hay que considerar también la situación médica, de modo que las zonas turísticas no estén afectadas por plagas tales como la malaria o el zika; o la situación de la infraestructura hospitalaria, de modo de contar con clínicas u hospitales donde hayan medicinas y médicos que den confianza en el cuanto al dominio de la medicina moderna; o la situación de los aeropuertos, donde los aviones salgan y lleguen a la hora comprometida; o la infraestructura hotelera misma, donde hayan restaurantes bien abastecidos de los alimentos comunes en la dieta y los menús de un turista internacional. ¿Compite Venezuela, en general, y Margarita en particular, en todas esas variables?
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