miércoles, 5 de marzo de 2014

VALENTINA QUINTERO Un recorrido conmovedor por las montañas de La Puerta


Precioso y bien restaurado el hotel Hacienda El Rosario / Pisapasito
"Tuve siete hijos. Ya todos se casaron. Uno se fue con Dios. ¿Pa' qué vamos a negarnos que no trabajamos la agricultura? –y me enseña las manos gruesas y cuarteadas–. Es mejor vivir uno en los campos. Uno se entretiene más fácil. Si tiene una gallina la va espantado y si tiene una vaca le jala la cabuya. ¿Qué vamos a hacer allá abajo? Puro viendo los carros. Aquí se le ofrece comerse cualquier cosa va y la busca. Al tener la arepita con algo no las comemos". Así nos dice Delia María, una campesina que conseguimos arrancando las hierbas que curan por esas montañas de Pan de Azúcar. Son las que abrazan La Puerta por un lado.

Esta es la gente y son los paisajes que descubres en los paseos que ofrece Omar González, un extraordinario y sensible guía de naturaleza. Seguimos camino viendo siembras rozagantes y el pueblo en el fondo. Es necesario un carro de doble tracción y un chofer experto. Omar tiene su viejo Toyota noble y cumplidor. Estamos buscando la cascada de Pan de Azúcar. Es preciosa, helada, cae fresca por un cañón.

Omar es el guía para hacer barranquismo. Le encarama a cada quien su arnés, coloca las cuerdas, da instrucciones y bajan felices por la piedra con la cascada a un lado. Ofrece esta aventura para adolescentes de 13 años en adelante y adultos que deseen gozar la experiencia. Tiene su aviso colocado en los hoteles. Es montañista y escalador. Camina de La Puerta a Mérida o Táchira cruzando las montañas que ve desde su casa. Días enteros sin ver un ser humano. Con una ollita y alimentos que puedan hacerse con agua: avena, granos, arroz y pastas. Prende una candelita y ya. Le gusta la soledad.

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