El mejor juego de los venezolanos está por jugarse. Nunca antes existieron mejores condiciones que ahora para terminar con esta pesadilla que nos ha secuestrado la esperanza en un mejor futuro, en un país con posibilidades de progreso para todos. Sin embargo, escuchamos voces agoreras que pronostican toda clase de maleficios para los venezolanos; voces que nos dicen que todo está perdido y que no tenemos salida a esta profunda crisis que vivimos. Yo pienso que ahora es cuando el juego empieza a favorecer las aspiraciones del equipo de la democracia, a pesar del ventajismo y los abusos que practica descaradamente el equipo de la mentira y la corrupción, incluyendo las complacencias del árbitro.
Durante catorce años, la mayoría de los venezolanos asistimos a un juego donde el adversario anotaba tantas carreras que, a pesar de los esfuerzos realizados en el campo, salíamos derrotados y moralmente abatidos. Este año el panorama empezó a cambiar. El líder de nuestro equipo, Henrique Capriles, no sólo logró nivelar el juego sino que lo ganó, a pesar que el árbitro desconoció la victoria. La asistencia masiva y entusiasta en el juego del 14 de abril permitió resultados extraordinarios; si no hubiésemos participado con esa fuerza, jamás nos hubiéramos enterado de las irregularidades del juego y nunca hubiéramos denunciado la ilegitimidad del falso ganador.
Entonces, me pregunto: ¿después que empezamos a ganar el juego porque el adversario perdió el apoyo de un pueblo que está cansado de tanto engaño, incapacidad y corrupción, vamos a botar el juego porque no queremos participar? Eso no lo perdonaría la nueva fanaticada que está esperando que demos un paso firme en la búsqueda de un futuro que le permita vivir en paz, armonía y progreso.
Si no asistimos masivamente al juego del 8-D, no tengo dudas que vamos a perder, y con esa derrota anularemos la extraordinaria oportunidad de demostrarnos y demostrarle al mundo que los demócratas somos la verdadera mayoría en Venezuela. Que nadie dude: si votamos con la misma pasión y convicción que lo hicimos el 14 de abril, vamos a obtener una contundente victoria y, a partir de ese momento, escribiremos una nueva página en la historia de este maltratado país. Después de tantos esfuerzos y sacrificios; después de convencernos que este gobierno corrupto puede salir con los votos de los venezolanos, no es justo que vacilemos y empecemos a buscar pretextos y excusas para no ir a votar. No es tiempo para pensar en las diferencias pequeñas ni en los errores cometidos; es tiempo más bien de pensar que, a pesar de los inconvenientes, la Mesa de la Unidad ha realizado una encomiable labor para unir a los venezolanos en medio de la diversidad.
Es tiempo de construir y participar para ganar; ya el momento de competir quedó atrás, ahora nos corresponde con justa razón ganar el juego de Venezuela. El juego que abrirá el camino para un mejor porvenir; demostremos una vez más la inteligencia de un pueblo que está decidido a seguir jugando en la seguridad que ésta vez le vamos a ganar a la mentira, al abuso y al ventajismo. Tú decides: ganamos por el bien de todos, o perdemos para profundizar y llorar sobres nuestras desgracias y la de nuestros hijos.
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