Reconocido como uno de los cafés más bellos del mundo, este espacio histórico ha revivdo su legado con motivo del Día Internacional del Café.
En Budapest, pocas tradiciones están tan ligadas a la vida cultural de la ciudad como la del café. Sus cafés históricos fueron durante décadas refugio de escritores, artistas y pensadores. Hoy, dentro del Hotel Anantara New York Palace Budapest, el New York Café, mantiene vivo ese legado y lo reinterpreta con el estilo y la hospitalidad que caracterizan a Anantara.
El Hotel Anantara New York Palace Budapest se alza en el elegante bulevar Erzsébet Körút, en la orilla de Pest del Danubio, rodeado de teatros, restaurantes y cafés históricos, y a pocos pasos de los principales atractivos turísticos y conexiones de transporte es un homenaje arquitectónico a la Belle Époque europea y transporta al visitante a otra época.
El hotel cuenta con 185 habitaciones y suites que equilibran la elegancia clásica con el diseño moderno, ofreciendo a los huéspedes una experiencia de descanso con todas las comodidades de un establecimiento de lujo.
Además de su célebre New York Café, el hotel dispone de restaurante gastronómico, espacios para eventos y un spa urbano donde relajarse tras un día de intensa visita a la ciudad
El café como experiencia cultural
Con motivo del Día Internacional del Café, Anantara reivindica la importancia cultural y social de esta bebida universal. En el New York Café, cada taza se convierte en una invitación a viajar con los sentidos, a conectar con la historia de Budapest y a disfrutar de un entorno único. Clásicos como el strudel de manzana o la Dobos torte forman parte de una carta que combina tradición y creatividad, evocando los sabores más auténticos de la ciudad.
Una tradición que sigue viva
Más de cien años después de su apertura, el New York Café junto con Anantara New York Palace Budapest continúa siendo un lugar donde historia, arquitectura y gastronomía se entrelazan. Con su ambiente majestuoso y su carácter cosmopolita, sigue inspirando a quienes buscan no solo un placer cotidiano, sino una auténtica experiencia cultural.
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