La magnitud y fuerza de los huracanes recientes y en proceso califican como eventos extremos por las devastaciones que dejan. Venezuela no ha estado en su ruta y los que antes llegaron tenían categoría de tormenta y en nada afectaron nuestro buen clima, la calidad de las playas ni las excepcionales condiciones naturales de todo el territorio tendido al sur del Orinoco donde décadas atrás, venían grupos de turistas italianos, alemanes y de otras naciones interesados en conocer tanto la naturaleza como las culturas ancestrales.
Margarita era un destino turístico internacional y lo mismo Caracas, en esos tiempos ejemplo urbano de progreso, rodeado de playas y atractivos diversos, en cambio la merma de vuelos internacionales y la exclusión del país en las rutas de cruceros evidencian que hoy las características positivas han perdido valor ante la inseguridad, las deficiencias en los servicios públicos, en el transporte y en la atención a la salud. La poca difusión hacia el exterior de la diversidad casi única del país, nos deja en inferioridad de condiciones para competir con las islas del Caribe, a pesar de contar con mejores playas, con los llanos, con ríos y montañas imponentes, una selva amazónica impoluta y además, totalmente libres de huracanes.
La promoción del turismo privado enfrenta obstáculos burocráticos a veces tan intrincados o contradictorios que la tramitación de autorizaciones y de créditos equivale a un vía crucis. Si bien la banca debe apartar recursos para financiar instalaciones turísticas a tasas preferenciales, obtenerlos es arduo porque además de proponer operaciones sólidas, se requieren "relaciones" y una factibilidad técnica emitida por el Ministerio del Turismo.
Esto significa poseer una propiedad, elaborar un proyecto acorde con el uso del suelo (municipalidades) y que sea factible el suministro de servicios públicos, requisito que puede ser contradictorio cuando una rama del gobierno lo exige y otra no puede proveerlo. También es imprescindible un estudio del impacto ambiental aprobado por el Ministerio del Ambiente, aun en áreas urbanas, donde debería estar cubierto este aspecto al elaborar planes urbanísticos. Etapas finales son los permisos para construir y ocupar edificaciones más licencias y autorizaciones de otros organismos, lo que consolida una maraña de dificultades que conduce a considerar la promoción de la permiseria como una actividad prioritaria sobre el turismo, actitud que ha perdurado desde la creación de las burocracias dedicadas a cada especialidad. Da la impresión de que en lugar de atraer turistas, el propósito es espantarlos.
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