Resulta difícil asimilar lo diverso y variado que es el mundo del turismo. Desde hace algunos años vemos, como a paso acelerado, nuestro recurso más preciado toma rumbos fuera de nuestras fronteras, buscando oportunidades que no encuentra en suelo patrio.
La última conversación que sostuve acerca de este tema, reveló la carta a favor que poseo a mi favor como profesional del sector. Cuando pienso en emigrar, veo como talentosos venezolanos que se desempeñan en otras áreas tienen básicamente dos opciones: emprenden un negocio o se dedican a labores muy distintas a la que generalmente solían realizar en su tierra natal. Con esto no busco descalificar a nadie ya que pienso que el trabajo siempre dignifica.
Esa carta precisamente, tiene que ver con el área de influencia o movimiento que esta industria, por demás trasversal, ofrece a quienes tenemos como norte, soportar los últimos años de estas oscuras páginas que vive nuestra industria.
1. Difícil decisión ¿Cómo saber cuánto debemos tolerar y sobrellevar antes de tomar la decisión de buscar en otras latitudes lo que aquí no conseguimos? En casi todos mis textos de opinión, trato de abordar un tema, lo evalúo, dejo claro cuán difícil está la situación y lo finalizo proponiendo soluciones a fin de superar la dificultad o, en última instancia, abrir la imaginación de mis apreciados lectores. No me corresponde en todo caso, decretar si salir de Venezuela es malo o es bueno. Si buscar mejores condiciones para desarrollarnos y crecer en el ámbito personal y profesional o abandonar la lucha diaria y dejar atrás a nuestro país, sea lo mejor o lo peor.
2. “Primitivización”. La juventud hoy día carece de espacios y tiene miles de limitaciones que afectan su desarrollo natural en todos los planos. Jóvenes que en algunos casos no conocen otros modelos al que hoy día tenemos. Jóvenes que se encuentran sesgados ante una realidad muy volátil y cada día más primitiva. Esa “primitivización” a la que estamos siendo sujetos desde hace años está haciendo mella en nuestra sociedad, a tal punto, de dejar heridas profundas, que en su momento sanaremos, pero que tomará tiempo.
3. Morral de esperanzas. Cuando tengo la oportunidad de dar charlas o conferencias, veo ojos que transmiten cansancio, desesperanza e incluso cierto ateísmo turístico, si me permiten la expresión. También me es muy común ver por el contrario caras alegres, con miradas de depredadores esperando tener la oportunidad para comerse el mundo. Es una mezcla interesante ya que deja ver, quien se encuentra en la batalla de la supervivencia, progreso e innovación y quienes aún no han tenido la oportunidad de salir al ruedo con un morral lleno de esperanzas.
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