domingo, 22 de noviembre de 2015
Delta del Orinoco Las venas abiertas del mundo - CARLOS FLORES LEÓN-MÁRQUEZ
Que cinco turistas franceses, un guía también francés y un criollo que no necesita traducciones atraviesen 90.000 km2 de ciénaga, el delta más grande del mundo, a pie y a canaletes, no significa que siempre se repetirá bajo la misma fórmula para aquel que no domine el idioma; pero, valgan banalidades, l'expérience est formidable! Así, y desde Maturín, luego de un trayecto de dos horas en una van confortable a través de un paisaje campestre hacia el puerto de Boca de Uracoa, no sin obviar la navegación por el caño Manamo para llegar al Campamento Ubanoco, penetrar el corazón de un universo vegetal de impresionante variedad edifica, asombra y conmueve.
El delta del Orinoco es el territorio de la etnia warao, cuya vida transcurre sobre el agua y entre curiaras, canoas y palafitos. Las plantas acuáticas tupen la orilla, recorriéndola como serpientes anfibias, como telescopios vegetales: son las boras o jacintos de agua que los locales llaman mosure. Grandes pájaros, los arucos, coronan los árboles con sus cuerpos fúnebres, y entre las 4:30 am y las 5:30 am se les unen todas las aves de la zona, coloridas y chillonas, cuyo efecto es el de la orquesta sinfónica con que se levanta la selva.
Una flor que sería la locura de un pintor: la de kakao d'eau (cacao de agua), y otra que sería la perdición de un perfumista de nicho: la fleur de couroupier (tapara), de pronto ornamentan solapas y sombreros.
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