Los edificios incólumes se aferraron a una noche con horas dolorosas y el fantasma de la guerra siguió dando sus crueles aletazos sobre los párpados irreverentes, las consignas descontentas se confunden con las persistentes detonaciones, centenares de manifestantes se niegan a sucumbir ante el bombardeo cruel de la Guardia Nacional y grupos coléricos llamados colectivos del dolor y el horror. Ambas fuerzas, desproporcionadas y desajustadas, juntas y revueltas emprenden una jornada mortal, incendiada de pavor, contra venezolanos apostados por un malestar intenso que sobreviene desde hace 10 años, reflejado en agudos problemas estructurales y ausencia de libertades públicas.
Según el historiador Ángel Lombardi Boscán, este acontecer turbulento está acumulado por la persistente y crítica situación económica con inflación, escasez de alimentos, bajos salarios, falta de divisas y expropiaciones, aunada a un creciente deterioro de la calidad de vida, colapso de los servicios públicos, transporte, salud, vivienda, educación, ambiente, con atenuantes y agravantes como la corrupción, el desempleo y la dramática inseguridad.
Con todo y que la protesta está sustentada en la Constitución nacional como expresión democrática y ciudadana, en Pa´ la vaina, es decir Palaima, en esta zona impregnada de un profundo descontento social, conformada por estudiantes y vecinos agobiados por el desgaste de una era política insustentable, la represión por parte de este régimen tiránico y dictatorial se evidenció e intensificó, criminalizando la capacidad de disentir y opinar diferente, torturando y acallando, lesionando y querer sepultar a todo aquel consciente del agotamiento del chavismo y la imposibilidad de ocultarlo un día más.
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