St. Thomas, además de ser una de las capitales mundiales del free-shop (la llaman el centro comercial del Caribe), es la preferida de los norteamericanos, y en su puerto atracan miles de cruceros por año. Más allá de las compras, de sus callecitas empedradas y tiendas coloridas, tiene playas como Dios manda, con aguas cálidas y arena fina (Magen's Bay tal vez sea la más famosa, con su bahía en forma de corazón).
St. John, con apenas 14 km de largo, es la isla más pequeña, además de un paraíso para amantes de la naturaleza: dos terceras partes de la isla son parque nacional. En 1952, Laurence Rockefeller llegó navegando hasta sus costas, se enamoró de la isla, la compró y donó el 60% del territorio para convertirlo en parque. Gracias a este gesto, las playas están resguardadas por una espesa vegetación, y algunas de ellas, como Trunk Bay, han sido nombradas en más de una ocasión en el clásico listado de las diez mejores playas del mundo .
St. Croix es la isla más grande y la que más construcciones danesas ostenta, y vendría a ser un intermedio entre las otras dos: no es tan animada como St. Thomas, ni tan tranquila como St. John. Gran parte de St. Croix es Monumento Histórico Nacional, ya que allí se encuentran fuertes del siglo XVIII, molinos de viento y ruinas de plantaciones azucareras (imperdible el Whim Plantation Museum). Por otro lado, a pocos kilómetros de sus costas, los arrecifes de coral de Buck Island son ideales para practicar buceo. http://www.lanacion.com.ar
FOMENTAR EL TURISMO PARA COMBATIR LA POBREZA
http://travel.guillen.com.ve/