La travesía de Martinica a Santa Lucía es una buena toma de contacto con el Atlántico y nos atrevemos a afirmar que si no nos mareamos este día, no nos marearemos durante el resto del viaje.
Una vez se cruza el canal entre Martinica y Santa Lucía lo primero que vemos es mucha vegetación y acantilados. Las aguas son de colores azules y altísimas palmeras dan sombra a casetas de madera y pequeños pueblecitos pescadores.
Es probable que durante ésta travesía de unas 7 horas de duración, unos delfines acompañen el velero mientras nos regalan unos cuantos saltos, o se pueda ver alguna ballena que navega en dirección contraria a la nuestra.
Santa Lucía fue descubierta por Colón el 1502. Los británicos la convirtieron en colonia el 1803 y no consiguieron su independencia hasta el año 1979 cuando aprobaron su constitución.
La lengua mayoritaria y oficial es el inglés, también se habla en el interior el patois (criollo) francés y la moneda es EC$ (se pronuncia "i sis") y quiere decir Eastern Caribbean Dolar (dólares del caribe oriental). Es recomendable cambiar de Euros a EC$ en poca cantidad cuando llegamos al aeropuerto de Martinica, donde el cambio no es demasiado bueno. Posteriormente cambiaremos en el banco de Soufrière, tercera parada del camino, o en Kingstown, cuarta visita prevista. En todas partes se puede pagar con euros y/o dólares, a pesar de que veréis que el cambio que aplican los comercios es extremadamente alto.
Las visitas de Santa Lucía:
Marigot Bay: situada a pocos kilómetros al sur de Castries, capital de la isla, es una pequeña y encantadora bahía donde el agua deviene verde por el reflejo de la abundante vegetación que la rodea, y muy calmada. Hay varios hoteles y algún restaurante al borde del mar alrededor de la bahía, el ambiente es relajado y silencioso. Uno duda antes tirarse al agua para refrescarse por el temor a romper l'armonia que reina.
Si se desembarca merece la pena ir hasta el mirador que hay en la bahía para hacer unas buenas fotografías de la puesta de sol y admirar el primero rinconcito de mundo que nos ofrece el Caribe.
Soufrière: en la zona central de la costa occidental de Santa Lucia, es un pueblo pequeño. Sus habitantes tienen una gracia especial en los vestidos y en la forma de caminar, tienen ritmo. En la plaza principal hay una la iglesia, casas de estilo colonial y pocas tiendas de souvenirs. Todo ello está pintado con colores intensos.
A las afueras del pueblo, a unos 20 minutos caminando, hay un jardín botánico que merece la pena visitar. El laberíntico recorrido por el interior finaliza en la Cascada del Diamante, de aguas grises de efectos mágicos en la piel de quién se bañe. Recomendamos un baño relajante en estas aguas. la entrada al parque costa unos 12 EC$ y si incluye el baño unos 20 EC$.
Advertimos que en este pueblo sus habitantes no ven con buenos ojos ser objeto de fotografías. Tendremos que pedir permiso antes de hacer una inocente fotografía donde pueda salir alguien.
Dejando Soufrière llegamos primero al "Petit Piton" y después al "Gros Piton". Se trata de 2 montañas iconos del perfil de la costa de Santa Lucia. Las nubes las rodean pero dejan ver las cimas: realmente curioso y bonito.
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