A 3.130 metros sobre el nivel del mar en Boconó estado Trujillo, se esconde uno de los ecosistemas más ricos y frondosos de Venezuela, pero poco conocido por muchos de sus habitantes. Un lugar donde el verde de la naturaleza muestra sus diferentes matices y relieves, en esta pequeña ciudad se encuentra la majestuosa Laguna de Los Cedros un espejo de agua que encanta por su imponente paisaje además de ser reservorio natural de flora y fauna Venezolana.
Custodiada por majestuosas montañas que integran el Parque Nacional Guaramacal, la Laguna de los Cedros es un espejo de agua que atrae a los viajeros amantes de la naturaleza, la paz que solo el bosque te puede otorgar y el paisajismo que deleita por sus verdes en degrades.
Al llegar al lugar el olor a pino y el canto de los pájaros es lo primero que te reciben, junto al letrero que te indica que estás entrando en un parque nacional y por ende en una zona protegida, en la cual debes cumplir algunas normas para preservar el ecosistema.
Una de las experiencias más bonitas que tuve cuando visité la Laguna de Los Cedros, fue lograr desconectarme por instantes de las costumbres citadinas y dejarme atrapar por la brisa que no para, y el sonido de los arboles cuando el viento rosa sus hojas. Eso sí es tener paz…
Para seguir disfrutando del lugar saqué mi celular y activé el play list del teléfono, me senté en la alfombra de grama que rodea la laguna y contemplé por lago rato el verde intenso del agua, una práctica que muchas veces olvidamos porque siempre queremos tener diversión y adrenalina en nuestros viajes, pero cuanta falta le hace a nuestra salud mental y a nuestro organismo regalarle esos momentos de tranquilidad.
Leer mas: http://www.eluniversal.com/noticias/guia-turistica/laguna-los-cedros-espejo-agua-que-enamora_639556
Custodiada por majestuosas montañas que integran el Parque Nacional Guaramacal, la Laguna de los Cedros es un espejo de agua que atrae a los viajeros amantes de la naturaleza, la paz que solo el bosque te puede otorgar y el paisajismo que deleita por sus verdes en degrades.
Al llegar al lugar el olor a pino y el canto de los pájaros es lo primero que te reciben, junto al letrero que te indica que estás entrando en un parque nacional y por ende en una zona protegida, en la cual debes cumplir algunas normas para preservar el ecosistema.
Una de las experiencias más bonitas que tuve cuando visité la Laguna de Los Cedros, fue lograr desconectarme por instantes de las costumbres citadinas y dejarme atrapar por la brisa que no para, y el sonido de los arboles cuando el viento rosa sus hojas. Eso sí es tener paz…
Para seguir disfrutando del lugar saqué mi celular y activé el play list del teléfono, me senté en la alfombra de grama que rodea la laguna y contemplé por lago rato el verde intenso del agua, una práctica que muchas veces olvidamos porque siempre queremos tener diversión y adrenalina en nuestros viajes, pero cuanta falta le hace a nuestra salud mental y a nuestro organismo regalarle esos momentos de tranquilidad.
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