martes, 29 de noviembre de 2016

Fiestas Patronales en Guardatinajas


Uno de los pueblos más bellos del llano venezolano se llama Guardatinajas, y está ubicado hacia el centro del gran estado Guárico. Con ese nombre tan sonoro y atractivo, fue fundado como una misión capuchina cercana a Calabozo por el año de 1770. En esa época la prioridad de esos monjes tan aventureros y peregrinos, era evangelizar las extensas llanuras pobladas por indios.

Bañada por las aguas del río Tiznados, Guardatinajas es la tierra de mujeres y hombres decentes, bravíos y orgullosos de su gentilicio como el coplero Dámaso Figueredo, los hermanos Garrido, los Joroperitos de Guardatinajas y de Santa Bárbara, patrona del pueblo, cuyas fiestas se celebran cada 4 de diciembre. La iglesia construida en 1905, es una bella representación de la arquitectura religiosa colonial. Su Plaza Bolívar es preciosa, amplia y sombreada.

Este risueño pueblo fue visitado por el Libertador un par de veces, en su paso por los llanos durante la gesta emancipadora. Bolívar emitió un par de decretos estando en Guardatinajas. Allí también el número 1 de la televisión venezolana, Renny Ottolina, grabó un programa sobre el llano y su folclore. El célebre animador amaba tanto este pueblo, que a su mansión caraqueña la bautizó con el nombre de Guardatinajas.

Hay que visitar a Guardatinajas para nutrirse de su encanto, respirar el aire del llano y admirarse con la perfecta simplicidad de sus paisajes.

Mientras uno se acerca por la carretera, grandes extensiones de naturaleza bella le envolverán en forma tal que le hará sentir una alegría especial, tranquila, serena, como esas que sólo se consiguen en el llano. Al llegar le recibirá un aviso de bienvenida lleno de tinajas, y enseguida encontrará la manga de coleo. Uno entra por la calle principal, llena de casitas coloniales, como esas que existían antes. A un lado la escuela, la medicatura, al otro lado la bodega, la venta de loterías, y después de unas cuadras se llega a la plaza Bolívar. Frondosa e imperturbable, está casi siempre repleta de jóvenes sentados en las barandas, pastoreando el tiempo durante las tardes tranquilas del pueblo.
La iglesia se mantiene vigilante ante la multitud alegre, anunciando la misa con sus tres puertas abiertas y su torre dominando el paisaje. Cierra el cuadro un negocio de comida ambulante esperando por viajeros hambrientos, otra bodega infaltable en una esquina, un cuartel de policía que se adivina casi siempre tranquilo y una casa con techo de tejas ancestrales, donde sirven comida a los transeúntes.